jueves, 15 de septiembre de 2016

Esotérica península

Solo por la acera doy tumbos por entre el gentío. No me choco con nadie, están lejos. Para llegar a mi isla hay que atravesar un vasto mar, parte de él mi incómoda personalidad, parte la de los demás, parte también mis lágrimas. Con frecuencia ayudo a alguien a atravesarlo, les pido socorro, siento que corro peligro, pero pasan de largo; en la siguiente isla hay una glamurosa fiesta; en la mía, estoy intentando hacer fuego con un par de palos, frotando dos piedras. Presiento que si nadie viene moriré. De frío, quizá de inanición. O ahogado por mi mar, que cada día crece, que cada día contiene más lágrimas.

jueves, 11 de agosto de 2016

La biblioteca de la Humanidad

Siempre sentí admiración por la naturaleza humana. Nuestra hambre de conocimiento, de ser más que simples primates especialmente hábiles, nos ha guiado durante milenios a través de este inhóspito mundo, resguardándonos en las Matemáticas, la Literatura, la Filosofía, la Música... En tiempos antiguos, hoy ya tinta sobre papel y óleo sobre lienzo, hubo auténticas maravillas dedicadas al ser humano, obras admirables y grandiosas que desde el pasado nos dan un empujón para que abandonemos la desidia que hoy enturbia a Occidente. Hablo de la Academia de Atenas. Hablo de la Biblioteca de Alejandría. Hablo de, ya más actuales, las Universidades de Oxford, Salamanca, Cambridge, ellas tres ecos de esa época en la que, pese a la tenaz dictadura moral y social de la Biblia y quienes la interpretan, se iba a la Universidad a aprender algo y no a abonarse a un puesto de trabajo. En estos lugares, el ser humano se liberaba de sus lastres mortales e intentaba trascender, saberse un dios, conocer todo aquello que asombra nuestras almas.

Las bibliotecas son auténticos paraísos para quienes queremos saber más de lo que ya creemos saber. Cuentan con una estética especial, única e inherente, la estética de renovar y poner a prueba conocimientos, de sentirnos inconformistas y superarnos día a día como seres inteligentes, o así nos intentamos hacer llamar, con más o menos atino según el individuo. No se sabe con exactitud la fecha ni la autoría, pero sí la razón de por qué a mediados del siglo III a. C, la Biblioteca de Alejandría ardió, y con ella papiros y papiros de escritos de los más grandes genios hasta la época. Se estima que en ella había más de 900.000 papiros. Sócrates, Platón, Aristóteles, Sófocles, Diógenes el Cínico, Pitágoras, Heráclito, Parménides, Anaximandro, Anaxímenes, Demócrito... Mucho de lo que por sus mentes pasó acabó reducido a cenizas, las cenizas que producen la guerra y la arrogancia, también parte de nuestra naturaleza, esta más vergonzante y deleznable. El mundo de la Literatura es maravilloso, desconocido y profundamente infavalorado. Sin moverte de tu casa, del tren, el autobús, la playa o dondequiera que estés, puedes surcar la mente de genios tales como Hermann Hesse, José Saramago, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Nietzsche o los anteriormente citados. Es más, puedes leer reflexiones de autores contrapuestos ideológica y pragmáticamente, como pueden ser Hitler y Marx, y de ellos extraer tus propias conclusiones. Sospecho, pues, que los verdugos de la Biblioteca de Alejandría no conocieron jamás los placeres de aprehender aquello que nos supera pero que nos intriga hasta la locura, tal y como le ocurre hoy en día al hombre moderno, sumido en el peor de los nihilismos, del que no se ve salida y sobre el que no sé si prefiero la religiosidad, ya que esta sí censura y la desinformación no es una opción, pero hoy en día la información es prácticamente infinita, e igual desprestigiada.

Sin embargo, no fueron los romanos, culpables del fuego de Alejandría, los mayores censuradores de la Historia. Me atrevería a decir, además, que fueron los menores, ya que en esa época el nivel de información disponible era menor que en la Edad Media ni fueron famosos por ello. En la Edad Media, sin embargo, los frailes, sobre todo, ya empezaban a dar muestras de su capacidad lírica y narrativa, siendo en muchos casos censurados por el Vaticano. Qué curiosa e irónica práctica. Así pues, tras la quema de la primera gran biblioteca de nuestra historia, la que le sustituiría durante toda la Edad Media y 200 años de propina sería la "Biblioteca del Vaticano". Esta ahorraría muchísimo más espacio, ya que solo necesitaba de un libro, el más malvado de la historia, verdugo de incontables vidas, libertades, familias, presos... No, no hablo del Manifiesto comunista, ni de El Estado y la revolución. Tampoco hablo del Corán, no. Ni mucho menos Mein Kampf. Hablo de la Biblia. Durante más de 1000 años fue la excusa perfecta para someter al peor de los yugos al Viejo Continente por completo, y a partir de 1492 al continente Americano. Como he señalado antes, no es tan hiriente la ignorancia de un pueblo cuando la censura está al orden del día, lo es más cuando la información está al alcance de un clic pero preferimos seguir cazando pokémons o usando el filtro del perro en Snapchat. No obstante, esto no sería para siempre, aunque los cardenales y obispos se lo montaran de lujo, ya que llegó el Siglo de las Luces, y las bibliotecas de todo el mundo volvieron a llenarse de sabiduría. Esta vez, a los clásicos habrían de añadirse Locke, Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Newton, Leibniz, Galileo, Copérnico como abanderado y emprendedor, Diderot... Todos ellos trajeron no tan nuevas ideas, pero sonaban a novedosas porque llevaban quemadas casi 2000 años, a saber: el ser humano comprendido como observador y entendedor del mundo, la igualdad, la democracia, la justicia, el ateísmo, todas esas ideas que nos diferencian de los animales, aunque no está de más recordar que no somos demasiado distintos a ellos.


Tras la Revolución Industrial, ya perdida toda la ilusión por la democracia y la Ilustración, tras haber sustituido a Dios por la democracia, un cambio que hizo bien por casi 100 años a la Humanidad, vino el verdadero rey, y vino para quedarse. Vino el dinero, y vino acompañado de gigantescos mecanismos y engranajes para condenar la vida del hombre moderno a sus tiránicos caprichos. De la biblioteca de la Humanidad, no se quitó ningún libro. Es más, se añadió La riqueza de las naciones, de Adam Smith, y desde ahí los autores que dieron lugar y sustentan el neoliberalismo y el culto al dinero: Von Mises, Von Hayek, Hernando de Soto, Rüstow... Quizá a partir de entonces las oligarquías aprendieran que había que optar por formas más sofisticadas. Ya no habría que censurar libros, sino darlos todos. Tampoco los canales de televisión, sino bombardearnos con ellos. Ni siquiera con las películas. Postrándolas todas ellas ante nuestros ojos, la enorme cantidad de opciones donde elegir nos da pereza, nos atosiga, y solamente buscamos "evadirnos" de esa vida que tanto ahoga, yendo a la playa, a la montaña, leyendo un libro de autoayuda o viendo una comedia romántica. Si además la publicidad orienta nuestros gustos hacia el modo de vida que ellos desean, el hombre con el que los clásicos y los ilustrados soñaron morirá pronto. Dándonos todo es como consiguieron quitárnoslo. En Alemania mucho tiempo ha estado censurado Mein Kampf, y jamás ha dejado de haber nazis. Quizá ahora, si una persona madura lo coge, podrá saber de primera mano las miserias de Hitler y sus ideas. No le hará falta que se las cuenten en la televisión, porque ella misma podrá, cara a cara, saber qué era lo que de pequeño le dijeron que existía, había que evitar y de hecho no le dejaban investigar. Pero quién sabe si el haberlo legalizado ha sido para que nadie se interese por ello, darle hueco en los medios y seguir con la desinformación que hoy en día nos ahoga y abruma.

martes, 26 de julio de 2016

Terrorismo hoy, mañana locura

Nos ha tocado vivir (o mejor dicho, nos han condenado a vivir) una época plagada de batallas sin guerra, política sin compromiso y verborrea sin militancia. La falsedad, el doblepiensa y la hipocresía se han apoderado de esta época, la época de las democracias sin la gente. No es de extrañar que en este desesperanzador momento histórico ocurran sucesos que, dada la asiduidad con que los medios nos los ponen frente a nuestros ojos y la separación paulatina y sin pausa entre gobiernos y gente, los veamos ya con una falsa empatía terrible. Hablo de la matanza aquí, el tiroteo allí, la bomba allá y el secuestro acá. El lector rápidamente habrá relacionado lo escrito con el yihadismo y el islamismo, y en cierto modo es la parte del iceberg que nos dejan ver los medios. Sin embargo, no hemos caído en que lo mismo ocurre en Siria e Irak, y lo mismo ocurrió en Afganistán, Libia y Vietnam, con la diferencia de que en estos países el terrorista no es el ISIS, es EEUU. Para más inri, les negamos el asilo a los sirios, "bastante tenemos con lo nuestro", se argumenta desde Bruselas. Nada más que añadir.

¿Qué nos cuentan de las guerras en Oriente Próximo? Que allí abundan las dictaduras y EEUU, el país de la libertad y la democracia, se persona allí para acabar con tan ilegítima forma de gobierno. Y el mensaje cala, hasta el punto de leer a Amnistía Internacional decir que los crímenes perpetrados por los "rebeldes sirios" son accidentes sin importancia, mientras el gobierno de Al Assad es tachado de asesino asiduo, todo en el mismo comunicado. Yo, personalmente, pertenecía al sector del marxismo que se resistía a aceptar que ciertas ONGs, entre ellas la susodicha, se han vendido al país de las oportunidades hasta tal punto, pero me he acabado comiendo mis palabras con guarnición extra, ya que de paso vi, algo tarde, eso sí, cómo algunas de estas organizaciones de apadrinamiento de niños del tercer mundo se lucraban, en muchos casos no llegando el dinero aportado por los padrinos a los apadrinados. Así está el mundo, llegar a dar forma de ONG a una trama criminal. El capitalismo nos ha dado el "todo vale" y la perversión ética, y nosotros hemos vendido nuestro arbitrio a este sistema criminal.

En fin, reconduciendo el tema, recordemos ahora quiénes son los entrañables y ultrademócratas "rebeldes sirios". Para ello, hagamos un ejercicio de memoria histórica, ya que nuestro gobierno se niega a ello, poniendo un pipican con tanto desatino que se sitúa justo sobre una fosa de la Guerra Civil. En la Guerra de Afganistán, todavía durante la Guerra Fría, EEUU no vio con buenos ojos el establecimiento de un gobierno socialista afín a la URSS, ya que allí era bien sabido que había una abundante cantidad de petróleo, el líquido que ciega la razón de nuestros demócratas. En esta tesitura, EEUU no podía aceptar que en un país como Afganistán las mujeres pasearan sin velo, hubiera libertad de culto y la industria cada vez mejorara más, de mano de la riqueza de la sociedad. Así, de la nada surgió un grupo terrorista y fundamentalista islámico, Al Qaeda para los amigos, que recurriendo a la guerrilla consiguió destronar al socialismo del país asiático. Qué casualidad que después el gobierno, islamista, le vendiera el petróleo a EEUU a precio amigo. Es lo que tiene adiestrar grupos terroristas y armarlos, luego te deben pleitesía.

Pues bien, ¿quién lucha hoy contra Al Assad en Siria? Efectivamente, el ISIS. Y EEUU, ¿a quién apoya desde que empezó la Guerra de Siria? Efectivamente, a los "rebeldes sirios", los luchadores por la libertad y la democracia. Desde que empezó, no ha habido un día en el que no hayan tachado de déspota y dictador a Al Assad y hayan jaleado a los "rebeldes sirios". Es curioso que no veamos a EEUU acudir a Irán a defender la democracia. O a Arabia Saudí. Será que la democracia les importa lo mismo que sus ciudadanos. Será que lo único que les importa es el oro negro, a cualquier precio, dándole además a la industria armamentística cancha para vender su producción y de paso enriquecerse ellos también.

¿Y el título? Bien, recientemente se han sucedido varios ataques en el Viejo Continente, con el resultado que todos conocemos. Muertes, terror y de paso algún que otro delito de odio -este sí, impune- contra la población islámica. Sin embargo, uno de los ataques, así lo concluyó la policía alemana, fue perpetrado por un neonazi. Los titulares eran muy distintos. Cuando el ataque viene firmado por el ISIS, los titulares son de esta guisa: "El terror vuelve a azotar en Europa", "otro golpe del yihadismo", "Hollande anuncia un bombardeo en Alepo como respuesta al atentado ocurrido hoy en Francia". Sin embargo, el ataque en Alemania venía acompañado de unos titulares menos agresivos, a saber: "El asesino de Alemania sufría una enfermedad mental", "el nenoazi autor del ataque padecía demencia", "el informe de la policía sugiere que Anders Breivik era un lobo solitario". Así es, el nazi está loco y no hay que tomarlo en cuenta, pero el yihadismo siempre que ataca lo hace con conocimiento de causa, y siempre a nosotros, los pobres e indefensos europeos. La única intención de los medios y los poderes de arriba está clara. Estigmatizar la sociedad, segregar al islam y proteger al nazi, recuperar el racismo del siglo pasado, si es que nunca se fue. Nacionalismo exacerbado, odio racial, pensamiento único, verticalismo, control social y recorte de libertades. Más fascismo, más control, menos libertad, menos seres humanos, más máquinas.

Para acabar, quiero resaltar algo que señalé en el primer párrafo: la falsa empatía que sentimos cuando ocurre un ataque de este estilo. Nos ponemos el filtro de la banderita, el crespón negro y a hacer el paripé unos días. Qué pena que jaleemos a Hollande cuando decide bombardear Alepo. Será que solo los occidentales sufrimos terrorismo, lo que sufren los civiles sirios es democracia.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Rodeados de inhumanidad

Era obvio: iba a escribir acerca del atentado (o atentados) de París, o al menos lo usaría como pretexto para volver a mis pataletas y berrinches de izquierdista, que suelen resultar molestas para ciertas personas de ideología distinta, lo que, por otra parte, es positivo para nuestra vida política. Llevo varios días reflexionando qué y cómo escribir la enorme cantidad de reflexiones que he almacenado durante estos días y, pensando que he dado con la tecla, me dispongo a recoger aquí algo que creo que ha pasado por alto: la falta de humanidad que observo, ya no en los terroristas, de quienes es más que evidente, sino en quienes sufrimos, directa o indirectamente, estas atrocidades.

Tras los centenares de muertos, otros tantos heridos, las declaraciones de Hollande, el apagón de la Torre Eiffel y una noche para olvidar, saltó a mis ojos una noticia en los diarios europeos: un pasaporte sirio se encontraba en uno de los lugares en los que tantas personas perdieron ese día aquel derecho que abre la puerta a todos los demás, el derecho a la vida, un derecho que, lamentablemente, nos arrebatan nuestros gobernantes condenando nuestro medioambiente o simplemente rescatando bancos privados con dinero de todos, curiosamente esos bancos privados que con una mano recogen nuestro dinero y con otra desahucian familias que, casualmente, han pagado con sus impuestos la continuidad económica del banco. Sospechosas e indignantes paradojas aparte, la reacción de la mayoría de la gente, una reacción que yo, personalmente, pensaba improbable, fue acusar a los refugiados que Europa está recibiendo, con una insultante negligencia, por cierto, de la guerra de Siria. Unos refugiados que, en su país, día a día, con una pasmosa normalidad, sufren los mismos atentados, pero mucho más atroces, ya que países como EEUU, Francia o Israel llaman "justicia" y "democracia" a los asesinatos que perpetran fuera de sus fronteras y "horribles atentados" a lo que ocurre dentro de las mismas.

Sin embargo, hoy me dirijo personalmente a aquellas personas que se quejan de que Europa es demasiado buena, que pone la otra mejilla; sí, me dirijo directamente a vosotros. Alguien declaró que sufrimos los atentados por vivir en "Disneyland". Era Arturo Pérez-Reverte. Usted, Pérez-Reverte debería ser expulsado de su escaño en la RAE por su ignominiosa e inenarrable cara dura y desfachatez, la insultante insolencia de culpar a quienes murieron en París por "no abalanzarse sobre los terroristas". Perdone, señor Pérez-Reverte, hay gente que tiene miedo, aunque resulte novedoso para alguien tan "macho" como usted. Gracias a su fanfarronería ha quedado bien y suficientemente claro lo valiente, inteligente, capaz y especialmente idiota que usted es, pero, por favor, permítanos a los ciudadanos mediocres y despreciables morir con dignidad, ya que se le nota resentido por vivir una vida basada en la soberbia y el plagio. A estas despreciables personas, retomando el hilo, solamente os hago pensar, al menos por una vez en la vida, y situaros en la siguiente disyuntiva. Imaginaos que vuestra ciudad hoy comienza a ser bombardeada, como nuestros vecinos franceses dirían de forma tan irónica como indignante, "From Paris with love". Vuestro esposo o esposa, hijo o hija, hermano o hermana, padre o madre, han muerto. Empezáis a correr despavoridos por salvar vuestra vida, casi estáis a salvo, pero ante vuestra cara os encontráis con vallas, unas vallas que separan Europa de África y Asia y que diferencian al ser humano, nos diferencian en seres humanos con más derecho a morir que otros, porque bajo sus pies hay petróleo, un petróleo que vale más que sus vidas.

No, el problema no es de los refugiados, de ninguna manera. Es más culpable Pérez-Reverte, u Obama, uno por profanar la muerte de unas personas que hoy deberían seguir luchando por sus sueños, y otro por vender armas a un grupo de fundamentalistas para que establezcan unos gobiernos que les beneficien geopolíticamente en mayor medida a la hora de tener mucho dinero y poca vergüenza. Hay días que me arrepiento de ser humano. Días como hoy, mientras escribo esto, desearía ser un animal pacífico, como un ser humano que no cuenta con posesiones económicas o terratenientes, que no puede oprimir a otros y que gracias a él, y a otros seres humanos que viven en sus mismas condiciones de comuna, de colaboración, se mantiene la paz en el mundo. Hoy más que nunca añoro los tiempos de las lanzas, los taparrabos, las pinturas rupestres, el contacto con la Naturaleza y la recuperación de la humanidad. Gracias, dinero, gracias por convertirnos en monstruos. Gracias, Obama. Gracias, Hollande. Gracias, Pérez-Reverte. Gracias, Merkel. Gracias a todos vosotros, que intentáis corromper la hermandad humana. Gracias, porque día a día condenáis a nuestra especie. Así algún día, con suerte, desapareceremos, y Pérez-Reverte, Hollande, Obama o Merkel serán solo leyendas de aquellos tiempos en los que hubo una especie animal que se aniquiló por su sed. La sed de venganza y opresión. La sed de dejar de ser humanos.

sábado, 12 de septiembre de 2015

El Padrino I o la hipocresía religiosa

Casi dos meses hace que dejaba reposar mi voz tan propensa a increpar por medio de mis artículos en este blog, en parte porque la actualidad me parece actualmente aburrida excepto por la crisis migratoria, para la cual tengo pensado publicar algo, pero aún no sé si hacerlo aquí. Esta es la otra razón por la que no he publicado nada en prácticamente dos meses, y es que he iniciado otro proyecto junto a tres colegas con los que comparto opinión en ciertos aspectos, que se basa en la creación de un nuevo blog, del cual dejaré la dirección en este post, de temática parecida, pero con un par de añadidos: la reseña cinematográfica y la reseña literaria. De modo que a la apertura del susodicho, mi principal ocupación fue inaugurar ese blog personalmente y publicar una entrada mía, ya que mis compañeros lo hicieron hace unas semanas. Sin embargo, una vez inaugurado el otro proyecto y al fin de las vacaciones de verano, me propongo encauzar este mi primer proyecto, el cual empecé con mucha ilusión y, mientras no la pierda, pues no la he perdido, seguiré impregnándolo de mi más verídica opinión.

Dejo aquí el enlace, para quien quiera leer críticas de mis compañeros o la que tengo allí publicada: Vituperio 451.

Una vez explicada mi ausencia desde el día 17 de julio, me dispongo a exponer una nueva reflexión, y de qué mejor manera que con la última película que he visto, El Padrino I, incorporando así la nueva temática que he explorado en mi otro blog, en el que publiqué una reseña de Scarface, otra perla del género.

El Padrino I, por si algún lector aún no ha visto esta gran película, gira en torno a la familia Corleone, en cuya cabeza se sitúa Vito, interpretado de forma estelar por Marlon Brando. La película comienza con la boda de la hija de don Vito, una boda por todo lo alto, y de la cual cabe resaltar lo siguiente: de sus hijos varones, Sonny, Fredo y Michael, solo Michael se mantiene al margen del celebérrimo negocio de la familia, mientras Fredo, y más profundamente Sonny, se involucran totalmente en el mantenimiento del poder de la familia en Nueva York. Además, como hijo adoptivo figura Tom Hagen, que fue adoptado por Vito tras ser abandonado por sus padres, alemanes. Se podría decir que Hagen es el número dos en el escalafón de la familia al comienzo del filme pues, mientras que Sonny y Fredo realizan funciones tales como la extorsión o la representación de Vito, Tom es el consigliere o consejero del mismo, es decir, este no toma una decisión a no ser que esté abalada por Tom y, en segunda instancia, por Sonny. La verdadera acción comienza con la negociación de Vito, Tom y Sonny con Sollozo "El Turco", un nuevo cacique neoyorquino del narcotráfico, el cual pide a Vito protección política, judicial y también personal. Sin embargo, este se niega a ser socio de Sollozo, pues piensa que el negocio de la droga es sórdido y sucio en demasía frente a la "pureza" de los casinos y las armas, sus negocios principales. Tras esto, los hombres de Sollozo, en colaboración con la familia Tartaglia, otra de las Cinco Familias de Nueva York, intentan asesinar a don Vito, dejándolo en cama el suficiente tiempo como para poner en jaque a la familia Corleone. Esta, bajo el dominio momentáneo de Sonny por la imposibilidad del Padrino, organiza el asesinato de Sollozo y su colega McCluskey, capitán de la policía de Nueva York. Sorprendentemente, quien se encarga de esta tarea es Michael, el cual siente como una ofensa personal el intento de asesinato de su padre. De este modo, Michael se empieza a involucrar en el entramado criminal de la familia. Poco después, los hombres de Tartaglia tienden una emboscada a Sonny, siendo asesinado por estos. De este modo, es Michael, que había estado refugiado en Italia tras el asesinato, el que adquiere el título de Padrino de la familia pese a que Vito ya está recuperado físicamente; sin embargo, este está ya cansado del negocio, por lo que se dedica a cuidar a sus nietos y su pequeña huerta en la mansión familiar.
Una vez Michael se asienta en su posición de cabeza de familia, comienza el restablecimiento del poder que los Corleone habían perdido desde la negativa a Sollozo, por lo que Vito, en su último acto como Padrino, se reúne con las otras familias de Nueva York para ponerle trabas al negocio del narcotráfico y así permitir a quien no quiera perpetrarlo seguir adelante. Pese al acuerdo, la reunión no acaba con buen sabor de boca para los Corleone, por lo que Michael traza su plan maestro, asesinar a todos los Dones de las otras familias y así recuperar el respeto que perdieron por no querer mancharse las manos. De esta manera acaba la película, lo que invita a ver la segunda parte, la cual tengo pendiente.

La última escena es quizá la moraleja que Coppola quiso transmitirnos con esta gran obra audiovisual. En ella, dos personas entran en el despacho de Michael a tratar cualquier aspecto del negocio familiar una vez recobrado el respeto en Nueva York. Tras ingresar en la sala, estos dos señores cierran la puerta del despacho, en el que está sentado Michael, en la cara de su mujer, escena que yo interpreto como una crítica a la obsesión en los negocios en detrimento del cuidado de la familia, pues hay que señalar que tras convertirse en padrino, Michael a penas pasa tiempo con su mujer y su hijo, traicionando así el gran principio de su padre, estar siempre apegado a la familia.

Sin embargo, yo personalmente me quedo con una escena que me llamó muchísimo la atención. En ella, Michael se encuentra en la misa bautismal del hijo de su hermana, en la cual el cura recita los típicos sortilegios de este tipo de ceremonias. "¿Renunciarás a Satanás y todas sus falsas promesas?" es quizá la más significativa. Pues bien, mientas el cura levanta la voz en nombre de Dios, Michael responde lo procedente a estas cuestiones, ya que es el padrino bautismal del susodicho. Lo interesante es que mientras dentro de misa todo parece un mundo aterciopelado e inocente, afuera, en la calle, los hombres de Michael están asesinando a los caciques de las otras familias. Y es esto lo que vengo a criticar en este artículo, sin más rodeos, que está reflejado en el título: la hipocresía religiosa, no solo en la mafia, ni mucho menos, sino en la mayoría de las esferas sociales.

Se me hace inevitable no fijar mi atención en ciertas personas que eligen la asignatura de Religión en el instituto y que según dicen van a misa, pero es más fácil verles soltando improperios y blasfemias varias que asistiendo a dichas ceremonias religiosas. Sin embargo, tampoco lo he de criticar tan profundamente, pues yo hacía exactamente eso, si bien es cierto, no por el contenido de la asignatura, sino porque el profesor nos impartía más bien clases de Teología, y es sabido que a mí cualquier reflexión filosófica me atrae.
Sin embargo, hay otros tipos de personas, algunas cercanas a mí, que asisten a misa con cierta asiduidad pero son personas profundamente desdeñosas, vacías, rencorosas e intolerantes, hasta el punto de despreciarnos a mí o a algunos de mis amigos por ser ateos y no creernos esas patrañas que se profesan en los centros de culto ya referidos, y es que se oye mucho ese discurso tan "cristiano" proferido por Jesucristo de la unión de la especie humana en hermandad sin ningún tipo de distinción. Lamentablemente, son palabras que se lleva el viento, pues las primeras personas en contra del matrimonio homosexual o de la aceptación de gente de distinto tono de piel son estos "cristianos" que, como decía Pablo Iglesias, los domingos van a misa y los sábados, de putas. Y dijo putas como podría haber dicho manifestaciones homófobas, xenófobas, contrarias al aborto... Cualquier tipo de medida contraria a lo que precisamente su más célebre profeta enseñó. Empiezo a dudar acerca de qué pueblo despreció más a Jesús, el judío por no aceptarle como enviado de Yahvé, o el cristiano, por tomar sus enseñanzas tan a la ligera, de forma insultante.

Y esto adquiere un volumen aún mayor si fijamos nuestra atención en el actual gobierno de España, del Partido Popular. Prácticamente todos sus miembros, por no decir todos, son cristianos practicantes confesos. Sin embargo, no encuentro su espíritu cristiano por ningún lado, pues ya ha ocurrido, y más de una vez, que gobernantes de este partido político han decidido llevar el dinero público que cobran y que debería invertirse en el pueblo a paraísos fiscales, como Suiza o las Islas Caimán. Dudo profundamente que Jesucristo dijese en algún momento que robar a los pobres estuviera bien, como también dudo que Dios le dijera a Juan Pablo II que los socialistas soviéticos merecían la excomunión por no aceptar su fe. Es bien sabido que, si por el sentido común se guiasen, los cristianos deberían estar más cercanos ideológicamente al socialismo que al liberalismo; si bien es cierto, falta por determinar si los Papas de Roma (y el resto de "cristianos") que ha habido durante los siglos XIX, XX y XXI eran realmente cristianos, pues los veo más bien unos hipócritas, capaces de denigrar a otros seres humanos hasta el punto de negar la existencia de su patria, como ocurre con el Estado de Palestina.

Desde aquí llamo a la clemencia a los que aún se identifiquen como cristianos. Por favor, no os dejéis llevar por lo que predique un líder que vive en su palacio de mármol y no ha tenido contacto real con quien pasa penurias para dar de comer a sus hijos, pues carecen absolutamente de sensibilidad. Deseo profundamente que algún día los cristianos vuelvan a ser lo que Jesucristo intentó que fuesen, los ayudantes de las clases más maltratadas de la sociedad. Cada vez tengo más claro por qué las clases bajas se situaron en la izquierda política, pues el cristianismo, que debería haber sido su salvación, tiempo ha que se situó con el poderoso y olvidó su razón de ser.

viernes, 17 de julio de 2015

La tierra de las oportunidades

Tras más de un mes de descanso, hoy vuelvo a alzar mi voz de denuncia y crítica, esta vez en pos de hacer notar mi gran animadversión hacia el sistema educativo español y, en general, a todo el entramado burocrático de deberes y libertades que soportamos desde 1978. Quizá alguien, tras haber leído el título, ha podido pensar en Estados Unidos, ya que tradicionalmente la expresión a la cabeza de este artículo se ha asociado con dicho país, pero esta vez haré uso de esta para designar esta desértica tierra -literal y metafóricamente- que llamamos España y que por desgracia nos ha tocado, en primera instancia, sufrir y, en segunda, de manera más improbable, devolverla a lo más alto, si es que alguna vez se acercó. No olvidemos que las grandes épocas de nuestra tierra tienen un trasfondo oscuro: junto al descubrimiento y conquista de América encontramos masacres y destrucción de culturas y, por poner otro ejemplo, junto a los primeros años del presente siglo, durante las legislaturas de Aznar, el Estado se enriqueció, ciertamente, pero a costa de destruir empleo de calidad y destinarlo al boom del ladrillo, cuya desembocadura estamos sufriendo y no hace falta comentar.

En primer lugar he de señalar la enorme cantidad de oportunidades que los estudiantes, sobre todo de secundaria, disfrutan para obtener el graduado en ESO. Además del currículum normal de cuatro años, que fue el que yo cursé -la LOMCE está cambiando este sistema, pero yo hablaré de lo que he visto y vivido-, los estudiantes menos hábiles, y hago un inciso en esto, estrictamente menos hábiles, tienen como alternativa el Programa de Diversificación Curricular, PDC, mediante el cual atraviesan el mismo número de cursos pero con un currículum mucho más fácil. Por si fuera poco, hay una nueva opción para aquellos que sean incapaces de superar el PDC, y este es el PCPI, cuyas siglas significan Programa de Cualificación y Profesional Inicial, que consta de solamente dos años y mediante la cual, mientras chavales en el último año de ESO estudian funciones matemáticas a un nivel ciertamente alto, chicos de su edad en PCPI dan clases de sumas y restas con varias cifras. Lo más impactante es que al llegar a la segunda quincena de junio, tanto los alumnos de ESO como los del PDC y los del PCPI obtienen exactamente la misma titulación, exceptuando al PCPI que, pese a expedir el título de Educación Secundaria Obligatoria, no permite a los alumnos con esta titulación acceder a Bachillerato. Y no, no estoy en ningún momento pidiendo que haya que erradicar estos dos programas por facilitar el acceso a la misma titulación, ni mucho menos, soy consciente de que existe gente con una menor capacidad para estudiar y por tanto no son hábiles para obtener el titulado estándar de ESO o el del PDC. Sin embargo, lo que yo quiero denunciar aquí es la extremada facilidad con la que un alumno holgazán, que no poco hábil, puede pasar los "angustiosos" años de la educación obligatoria. Es simple, en la ESO no va a dar palo al agua, en PDC aún hay que estudiar con cierta regularidad, así que aún cuenta con una nueva oportunidad para, en solamente dos años, poder trabajar -si es que aún existe eso- y ganarse la vida de forma medianamente digna.
No tendría el menor problema si no fuera porque, como ya he aclarado anteriormente, la educación secundaria es obligatoria y, como obligatoria, no está destinada a insertar conocimientos en las mentes de los adolescentes, su función es formar personas totalmente capaces de desenvolverse en nuestra sociedad, por lo que convierte a la educación obligatoria en ineludible, ya que enseña unos valores que en casa con mamá y papá son imposibles de inculcar. Y, sinceramente, tal y como es nuestra educación, eso es exactamente lo que consigue, que los alumnos se adecúen a la sociedad, a una sociedad que premia por igual al holgazán y al trabajador.

Luego tenemos el caso extremo, el del recién adulto, a partir de 18 años, que ha sido expulsado de la ESO por ser mayor de edad y no le apetece dirigirse a una escuela de adultos, no ya a recibir valores, eso solo lo consiguen los centros de secundaria, sino a obtener un título que da cuenta de que el alumno, efectivamente, es capaz de memorizar una cierta cantidad de contenidos académicos. A mí siempre me ha intrigado el eterno debate entre deberes y derechos. Si este ciudadano no ha cumplido con su deber de obtener una titulación obligatoria e ineludible, no entiendo por qué ha de contar con los mismos derechos que los que sí -obviando claramente los derechos académicos que radican de la titulación de ESO-, de la misma manera en que un menor de edad cuenta con menos derechos justamente porque tiene que soportar menos deberes. En España hemos confundido la igualdad con la infantilidad, es decir, en lugar de dar solamente una igualdad de oportunidades, como debería ser, hemos recurrido a tratar a todos los ciudadanos como niños pequeños, los cuales, pese a no haber cumplido con su deber, siguen contando con sus privilegios. No solo el déficit económico es peligroso.

Finalmente, ahora he de criticar al propio sistema educativo, los profesores que no inculcan valores, es decir, creen que son profesores de universidad que llegan a su puesto de trabajo, sueltan el sermón que ya se saben de memoria por repetirlo, y regresan a su casa con la conciencia tranquila. La educación que se ha de proporcionar en la ESO (y también en Primaria, simplemente he enfocado la crítica hacia la época más problemática de una persona) no debe ser tanto académica, como ya he dicho, sino que debe ser moral, la de la formación de personas capaces de discernir entre lo bueno y lo malo, lo moral y lo inmoral, y cuando esto se haya conseguido, seguidamente enseñar ciertos contenidos que tras su formación superior les servirá para trabajar en lo que han estudiado y, supuestamente, amado.

En conclusión, solamente con la inserción de una asignatura parecida a Educación para la Ciudadanía pero correctamente enfocada y destinada, como he dicho, a formar personas, pienso fielmente que crearíamos una educación de mayor calidad y con mayor aceptación entre los jóvenes, quienes lógicamente no se ven motivados por un libro de Historia de 300 páginas pero sí por una clase excitante en la que se convierten en verdaderas personas, en la que consiguen voz y voto.

jueves, 4 de junio de 2015

El odio

Imperfecciones tiene el ser humano a miles, y el número de problemas con los que cuenta el mundo actualmente están rondado la anterior cifra. Obviamente es inviable la creación de un ser humano perfecto, ya que incluso el Übermensch nietzscheano funda su grandeza en el subjetivismo, lo que da lugar a una confrontación de opiniones acerca de lo que es un superhombre para una persona u otra. Sin embargo, existe una total objetividad sobre cuál es un ignominioso problema para nuestra especie: el odio, como bien he procurado que indicase el título. Porque el odio implica otra numerosa cantidad de problemas: peleas, insultos, intolerancias, y a un peor nivel, muertes, guerras, y otros derivados de este mal del que adolece la Humanidad.

Odio hay en todos los ámbitos. En política haremos el primer inciso. Está clara la primera confrontación o "futbolización" (véase el post anterior) entre partidos. El PP frente al PSOE, que fundan su rivalidad en una obviedad: el bipartidismo que sufre España desde la muerte de Franco, y del que afortunadamente ya estamos saliendo; era necesaria la apertura de nuestra acérrima mente. En las anteriores elecciones generales estos dos partidos se repartieron 296 de los 350 escaños totales, es decir, cerca del 85% de la totalidad de la representación de la ciudadanía. Como dije en el post referido anteriormente, los partidos en España acostumbran a hacerse campaña cruzada, de modo que desde el PSOE se critica lo que supuestamente propone el PP y viceversa. Pasadas las elecciones se deja ver que la desenvoltura de ambos en el Gobierno no se diferencia en demasía, al menos en lo económico.
El segundo odio que observamos en política es el de los partidos dinásticos contra Podemos. Este último año hemos visto una enorme campaña antipodemos con el objetivo de impedir su ascenso en el patio de recreo que es la política de este país. Un patio en el que se permite la entrada de todo el mundo, incluso los que lo quieren privatizar. Hemos visto cómo incluso la televisión nacional, en especial el canal 24h, ha acostumbrado a sentar a Pablo Iglesias con adversarios de dudosa convicción democrática, simplemente por insultar sus propuestas para así mantener su condición. No olvidemos que la propuesta de Podemos -independientemente de su viabilidad o no- es, en resumen, obtener más justicia y un reparto más equitativo de la riqueza, y esto obviamente no convence a grupos como el PP, que suelen beneficiar a sus amigos banqueros, empresarios, etcétera.
Pero este odio es totalmente injustificado. Ninguna propuesta de las que estos partidos hacen campaña son ilegales -aunque hay algunas que son de dudosa legitimidad-, así que no entiendo la confrontación. Apuesto por la aceptación, la justicia y la democracia, que, como ya he dicho en varias ocasiones, no se restringe a meter un papelito en un cubo de cristal, sino en el respeto y la legalidad, en extinción en esta España que nos ha tocado sufrir.

Otra representación del gran mal de la Humanidad es el odio en el fútbol, para mí la más grave, ya que desde algo tan frívolo como un deporte se obtienen los más encarnizados y flagrantes debates que podemos ver. No hay más que acercarse a los aledaños de un estadio un fin de semana liguero. Aficionados de uno y otro equipo que por su equipo darían su honor, hasta el punto de vincular el sentido de su vida con ver un partido de considerable importancia. Nihilismo en potencia, pensaría Nietzsche. Consideraciones filosóficas a parte, no pude evitar ver malograda mi sensibilidad al ver las imágenes de Jimmy, de los Riazor Blues, un grupo de extrema izquierda y seguidor del Deportivo de la Coruña, siendo arrojado al río Manzanares por hinchas del Frente Atlético, un grupo de extrema derecha y seguidor del Atlético de Madrid. Obviamente el fútbol no es la razón de la batalla campal que allí tuvo lugar, es simplemente una vía para dar salida a su odio, pero no quiere decir que el fútbol no sea culpable de dar lugar a estos enfrentamientos y grupos ultras. Por dar unos ejemplos, el FC Barcelona y el Real Madrid ya expulsaron a sus grupos extremistas, los Boixos Nois y los Ultra Sur, respectivamente. Dos ejemplos de equipos decentes, que solamente quieren dar lugar a grandes enfrentamientos futbolísticos, de gran belleza para quien firma estas líneas, sin entrar en debates de quién es el mejor jugador del mundo o el peor entrenador, o al menos sin tomar represalias o llegar a odiar a una persona por sus gustos. Se trata, en fin, de un medio de catarsis para esta gente, que no tienen otra forma para expresar su odio contenido que destruyendo este bonito deporte.

Por último, tenemos el odio por regiones, el odio civil. Y voy a hablar de dos en concreto. El odio de cierta población catalana a todo lo relacionado con España, y viceversa, el odio de una cierta población española a Cataluña. Y es que los unos aborrecen a los otros por su cultura, idioma o simplemente por ilusiones históricas. Cataluña lleva pidiendo su independencia formalmente desde finales del siglo XIX, cuando tras varias malas actuaciones de la Corona con esta región y su excelente avance industrial les llevaron a contemplar esta posibilidad. Del otro lado están los unionistas, cuya intención es hacer piña entre españoles para salvar esta crisis que corroe todo lo que nos rodea. He de decir que ambas posiciones, tal cual están expuestas, son lícitas. Lo que no es lícito es la invención de una fábula histórica para explicar el nacionalismo catalán (los celebérrimos Països Catalans y su "invasión por España") y la ideología de que el catalán es un invento de ciertas poblaciones para dar un significado más allá del enfado a la cuestión nacionalista. Y como en todos los ámbitos sociales en los que hay una confrontación de opiniones, la gente hace catarsis con cualquiera de estos temas, ya que es fácil odiar desde la lejanía y sin tener a quien se odia enfrente.

En conclusión, creo que los españoles deberíamos someter a profunda revisión nuestra democracia, ya que tal no funciona con la criminalización de un partido por otro, de un equipo por otro, o de un pueblo por otro. La verdadera democracia es la aceptación de las diferencias, la democratización de estas, su plena adopción, sin dar lugar a más enfrentamientos que no hacen más que empeorar el modo en que nuestro país encara la crisis política, económica y social que cargamos sobre nuestros hombros desde hace aproximadamente 7 años.