jueves, 2 de abril de 2015

La intransigencia y otras plagas sociales

Siempre desde la tolerancia (quizá "respeto" no sea el término más adecuado para esta frase) vengo observando una serie de curiosas prácticas que me han llevado a escribir este artículo. Y es que las fechas acompañan. Crisis política, social y económica en España, a término más general, actualmente Semana Santa, y paralela a ella, un extracto social que en un esfuerzo por advertirse superior al resto de españoles habla de cualquier forma de pensar distinta de la suya como si fuese despreciable por el simple hecho de considerarla "contraria al intelecto". No puedo reprimir un pensamiento que aflora en mí automáticamente: cientificismo.

Me dispongo a explicarlo. El ser humano es un animal asombroso, capaz de avances tales como Internet, gracias al cual ustedes pueden leer esto, y también capaz de aberraciones, véase la Inquisición, fruto de la intransigencia religiosa, o véase el Holocausto nazi, fruto de la intransigencia cientificista, o mejor dicho, fruto del cientificismo en sí, que, a mi parecer, ya recoge por defecto una connotación intransigente. Y es que en nuestro afán por ser superiores a algo, a lo que sea, esta es nuestra naturaleza y somos incapaces de neutralizarla, o quizá sí; como decía, en nuestro afán por sentirnos superiores pisoteamos cualquier forma de pensamiento distinto al nuestro para así corroborar una vez más que nuestra opinión es la más perfecta simplemente por ser nuestra, y nunca vista desde un punto de vista lógico, o quizá sí, y metiéndonos en metafísica, quizá el entendimiento humano sea único y distinto en cada persona, lo que provoca que en campos tan subjetivos como la opinión haya posturas tan contrarias y todas vistas como la mejor por sus respectivos seguidores, que sienten que mediante argumentos lógicos han obtenido la certeza de que es la suya y no otra la opinión que hay que seguir. Dejando de lado la metafísica, un campo de la filosofía verdaderamente interesante, hago hincapié en algo. En el afán de superioridad, el germen de todos los males del hombre. Porque en nuestra imperfección, o nuestra perfección, considerando como ser humano perfecto al más imperfecto de todos, esto significa que no podemos evitar nuestra imperfección, lo cual creo que es verdad; como decía, en nuestra imperfección olvidamos la empatía, tan necesaria en los debates lógicos o que pretenden serlo, y olvidamos que igual que nosotros pensamos que nuestra opinión es mejor, el otro también lo va a pensar, de modo que nunca conseguiremos cambiarnos de opinión mutuamente. De este modo, un debate no debe ser visto como una batalla en la que se persigue una victoria de una ideología u otra, sino como una exposición de dos o más posturas distintas acerca de un mismo tema para que así quien no tiene una opinión formada consiga discernir entre lo que le parece bueno o malo; por lo tanto, las personas encargadas de debatir deben exponer su punto de vista con audacia, sí, para ganarse adeptos, como si pretendiesen hacer cambiar de opinión a su "adversario", pero siempre teniendo en cuenta que no es esa la finalidad de este debate. Y esto se puede extender a cualquier área del saber, ya sea política, ciencia, filosofía, creencia...

En fin, retomando el tema central; es impresentable que haya gente (creyentes o no) que, por el simple hecho de suponer que su opinión es la mejor, pretendan posicionarse por encima de otra ideológicamente, cuando la base de la democracia es el respeto, la comprensión y la libertad de expresión, nos guste o no la opinión de otra persona. Claramente, hay "opiniones" que objetivamente son dañinas, como puede ser la pederastia. En ese supuesto todos los socios, porque somos socios, y formamos una sociedad, estamos de acuerdo en que pensar que la pederastia es buena no es un pensamiento lógico; sin embargo, sí lo es ser ateo o creyente, de izquierdas o de derechas, seguidor de Nietzsche o de Santo Tomás...

Así que, por favor, conciudadanos míos, que tan orgullosamente se autoproclaman progresistas y defensores de la libertad, prediquen con el ejemplo, y permitan que al igual que ustedes son ateos, o agnósticos, hay gente creyente, y lo son con el mismo derecho que ustedes no lo son. De modo que no sean ateos por parecer intelectuales, ya que criticar opiniones de forma tan gratuita no tiene ni un ápice de intelectualidad, al contrario, deja a la vista su falta de respeto y su intransigencia, lo que entra en conflicto con su estandarte de demócratas con el que pasean.

Tras haber expuesto una vez más mi opinión y haberme quitado un nuevo peso de encima, hasta más ver, y espero que sea en una nueva exposición acerca de temas que me inquietan.

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